En nuestra sociedad podríamos decir que lo visual es el sentido maestro, toda la información nos entra por los ojos, como si los otros sentidos fuesen unos meros artilugios que sirven para confirmar la información que recibimos a través de la mirada. Numerosas frases populares vienen a confirmar la afirmación antes hecha; “ojos que no ven corazón que no siente”, “una imagen vale más que mil palabras”, “ver para creer”. Es a través de la mirada que conocemos el mundo, y por eso las artes, en especial las disciplinas visuales, suelen tener el carácter de “representar” la realidad, de ser un espejo de la sociedad y de la vida misma.
Pero es el cine la disciplina moderna que goza de las mayores atribuciones para mostrarse como representante de lo “real”. Y es que desde sus comienzos, el cine en se presentó como un reflejo de la realidad de manera irrebatible, por ejemplo en una de las primeras cintas grabadas por los hermanos Lumière, Llegada de un tren a la estación, se cuenta que los espectadores que vieron por primera vez la película se echaban hacia atrás pensando que el tren se saldría de la pantalla, incluso algunos habrían salido corriendo de la sala donde se proyectaba la película.
Son numerosas los enfoques teóricas que se encuentran en torno al arte cinematográfico, refiriéndonos a su carácter de “realidad”. Algunos se posicionan más cercanos al cine como un “espejo” de la realidad, como un arte capta de mejor forma la realidad social, mientras que otros consideran al arte cinematográfico como un dispositivo que “deforma” la realidad y otorga representaciones manipuladas por el director de la obra. Incluso adentrándonos mucho mas en estas discusiones teóricas, la pugna entre un “cine ficción” y el “cine documental” ha sido bastante larga, argumentando sobre cuál de estos dos géneros fílmicos es el que capta de mejor forma la realidad.
Bill Nichols es un teórico que asume ambos géneros con características similares entre ellos, planteando que “el documental es una ficción como cualquier otra, que el mundo en el que habitamos es una construcción social en la misma medida que cualquier ficción es una construcción imaginaria, que lo que encontramos “ahí” no es sino lo que postulan nuestros códigos y sistemas de signos, esto debe, ponerse en tela de juicio” (Bill Nichols, 1997:151).
El asunto está en saber si el trabajo que realiza el cine podría considerarse una representación del statu quo de un cierto período histórico, o de una sociedad determinada. En cuanto al concepto de representación, para Nichols “la representación implica que una cosa ocupe el puesto de otra, que una imagen o sonido grabado ocupe el lugar del que fue “tomado”. “Tomado” aparece entrecomillado porque este “tomado” no es una sustracción: la cosa sigue ahí” (Bill Nichols, 1997: 198). Luego de esto, podríamos afirmar que existe un nexo poderoso entre el referente y la representación, planteando incluso que para algunos la representación podría tomar el lugar del referente, asumiendo la representación de un film como algo absolutamente verídico.
Consideramos que, aunque el cine en sí representa “elementos” de la realidad, sería caer en la absoluta ingenuidad aceptar que el discurso fílmico puede reflejar la sociedad tal cual. Hay que entender que el cine es un dispositivo que exhorta al espectador a verlo como realidad histórica debido a su forma de exposición, ya que se presenta “como” si fuese equivalente a la realidad en un espacio temporal determinado, en palabras de Nichols “el filme revela lo que podríamos haber visto a nuestro alrededor si nosotros también hubiéramos mirado con un ojo paciente y perspicaz” (Bill Nichols, 1997: 35). Pero como planteamos, el cine solo muestra un “espacio” de tiempo determinado, por lo que no comprendemos lo que sucedió antes o después de la acción, solo se expone una parcela de la realidad, para que fuese representación verídica de un período sociohistórico determinado tendría que grabar una acción sin parar ni editar. Además como arte, el cine construye una cierta imagen, es una imagen elaborada la que se expone en la pantalla, como lo muestra Kristeva “el cine no copia de manera “objetiva”, naturalista o continuada una realidad que le es propuesta: recorta secuencias, aísla planos y los vuelve a combinar por medio de un nuevo montaje. El cine reproduce cosas: las manipula, las organiza, las estructura” (Julia Kristeva, 1988; 285). El cine refleja una realidad, que viene de “vuelta” con la presencia o la voz del autor, por lo que deja de ser totalmente real. La realidad en la obra está intervenida, manipulada, presentada con un sentido, por lo que hay que “leerla” o mejor dicho “descifrarla”, por lo que ésta es unas de las ventajas (o desventajas) del cine ficción.
Como vemos, es imposible que el cine ficción (y el cine documental incluido) puedan representar a cabalidad la realidad de un país, un hecho histórico, un acontecimiento determinado, la vida de un personaje público, etc… Pero el cine ficción puede construir una semirealidad a través del dispositivo fílmico, el cine produce efectos de realidad y de poder como dice Fanlo, que están enclavadas en un tiempo-espacio y que producen y constituyen las subjetividades de espectadores de un determinado período histórico. Para finalizar nos preguntamos ¿El cine refleja o representa las historia social de un período determinado? Preferimos utilizar un término hibrido, reflejo/representación, ya que para esta investigación consideramos al cine un espejo, pero un espejo deformado como aquellos que existen en los circos, que deforman la realidad, muestran una realidad intervenida a través de un relato que contiene una cierta ideología en su contenido.
- Nichols, Bill “La representación de la realidad” Ediciones Paidós, Barcelona, 1997
- Kristeva,
Julia “El lenguaje, ese desconocido” Editorial
fundamentos, Madrid, 1988
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