24 de febrero de 2012

Teoría Tradicional v/s Teoría Crítica

Antes de comenzar a desarrollar las principales características de las teorías tratadas por Horkheimer en su libro Teoría Crítica, abordaremos en primera instancia que es lo que éste concibe por teoría. El autor plantea que describir lo que es la teoría en el estado actual en que se encuentra la ciencia, no es algo de mayor complejidad, definiendola como “un conjunto de proposiciones acerca de un campo de objetos, y esas preposiciones están de tal modo relacionadas unas con otras, que de algunas de ellas pueden deducirse las restantes”[1]. La eficacia de la teoría consistirá en que las proposiciones deducidas avengan con hechos u objetos empíricos.

Por otra parte, la teoría es siempre una “hipótesis” en relación a los sucesos empíricos. Es por esto que, vista desde esta perspectiva, es una acumulación de saber para facilitar la caracterización de los hechos y así poder deducirlos o anticiparse a ellos. Horkheimer expone que las ciencias sociales y humanas se esmeran en reproducir el modelo teórico de las ciencias exactas, pero a pesar de las diferencias entre metodologías o procedimientos de investigación de estos variados campos de ciencia, el concepto de teoría es el mismo.

El concepto tradicional de teoría, aplicado a los hechos históricos, propone una estructura lógica del saber histórico, planteando relaciones entre acontecimientos que son significativos, pero al mismo tiempo, procesos aislados y categóricos. Esta estructura similar a la teoría de la ciencia natural es en la que quiere operar la teoría tradicional. Ésta teoría, asume un conjunto de preposiciones cuya validez reside en su correspondencia con un objeto ya establecido previamente al acto de su representación. Aquí existe una escisión radical entre sujeto y objeto de estudio, convirtiendo a la teoría en una actividad meramente del pensamiento y al observador en un ente pasivo que se limita a describir los hechos “tal como son”.

En la teoría tradicional, entran en juego escuelas filosóficas de carácter pragmático y positivista. Estos señalan como misión de la ciencia “predecir hechos y obtener resultados útiles”[2]. Esto hace que la teoría tradicional, tienda a desligar los hechos observados de los procesos reales, debido a su estructura de principios generales e independientes. Esto forma un concepto de teoría “independizado” o por decirlo de otra manera, ahistórico, transformándose la teoría en una categoría cosificada, ideológica.

Unos de los fines de la teoría tradicional es poder alcanzar un sistema unitario de la ciencia, ya que según este paradigma, el hombre está determinado intrínsicamente a querer homogeneizar y unir, evitando todo contraste. Aquí se denota el problema en el que se encuentran inmersas las ciencias sociales, al estar sumidas en una racionalidad instrumental positiva, no son una ciencia histórica transformadora, sino mas bien, una ciencia pasiva y legitimadora de la sociedad burguesa. Es así como el comportamiento humano que es resultado de las condiciones y características antes nombradas, conforma un individuo que “acepta naturalmente como preestablecidas, las destinaciones básicas de su existencia, esforzándose por darles cumplimiento”[3].

En contraparte a la teoría tradicional, la teoría crítica considera que la ciencia como el hecho estudiado por ésta, están subordinadas a la praxis social, esto quiere decir que el sujeto y el objeto están sujetos a una preformación social. Aquí el objeto no se encuentra posicionado de forma natural, como tampoco el sujeto es un notario pasivo de los hechos de su alrededor, sino que ambos, son producidos socialmente. Horkheimer lo plantea diciendo que “el mismo mundo que, para el individuo, es algo en sí presente, que él debe aceptar y considerar, es también, en la forma en que existe y persiste, producto de la praxis social general”[4].

Como veíamos anteriormente, la teoría tradicional se basaba en la producción de un sistema unitario de ciencia, pero en la teoría crítica, se preocupa por cruzar la frontera de la unilateralidad científica, proponiendo superar este problema basándose en la tarea del científico, que consiste en trabajar la relación entre teoría, hechos y ordenamiento de conceptos, como primer paso para avanzar en este estancamiento de la teoría tradicional. El saber al no ser un ente ahistórico y cosificado, se transforma en una teoría histórica, queriendo decir que cambia, al igual que los hechos y los sujetos observantes, “cada paso de la teoría crítica responde a la noción de hombre y naturaleza ya presente en las ciencias y en las experiencia histórica”[5]. La teoría no debe quedar en la acumulación de hechos e hipótesis aisladas, sino que en una construcción de la totalidad de hechos que desarrollan la historia.

En la teoría crítica, no existe discrepancia con la teoría tradicional sobre la concepción de que los hechos son externos al sujeto (aunque la visión crítica acoge una noción dialéctica de la relación sujeto-objeto). La diferencia recae en la connotación que se le da a ésta relación, que se abarca desde la perspectiva que los hechos son externos al individuo, pero no en el mismo sentido que es relacionada en la teoría tradicional, ya que para la visión crítica los hechos son producidos desde una praxis social, o sea son una elaboración humana y por ende, están condicionadas a caer bajo control de los hombres.

La teoría crítica realiza un reparo enérgico a la teoría tradicional, en lo que se refiere a la aceptación de lo externo al sujeto como “algo dado”, establecido por leyes universales indelebles. El autor plantea en el texto que “para la concepción tradicional del mundo que se halla en acción reciproca con él, representa para su sujeto una suma de facticidades; el mundo existe y debe ser aceptado”[6]. Pero para la teoría crítica, los hechos son externos, pero al mismo tiempo, un producto humano, lo que quiere decir que, si existe una praxis social dada que conforma hasta las más individuales representaciones de comportamiento, el hombre al actuar racionalmente consideraría inhumano esta forma de existencia, teniendo en cuenta que este carácter inhumano resonaría en todo lo que tiene relación con la sociedad. Entonces el autor nos plantea que aceptar algo que contiene un carácter inhumano, es meramente irracional.

La teoría crítica (con un carácter político marxista detrás) tiene como fin una lucha teórica con lo establecido, que logre la superación de la injusticia social, busca ser instrumento de liberación social del hombre habitante de la sociedad moderna. Horkheimer considera que “para pasar de la forma de sociedad actual a una futura la humanidad debe constituirse, primero, como sujeto consciente, y determinar de manera activa sus propias formas de vida”[7]. Para esto, es necesario que las ciencias sociales superen la racionalidad instrumental en que se encuentran inmersas, para poder ser una teoría y ciencia que analicen de forma clara las relaciones de clase y entre individuos de la sociedad mercantil, pudiendo ser así un agente de “transformación histórica”.

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[1] Horkheimer, Max, “Teoría Crítica”. Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1974. Pág. 223
[2] Ibídem, pág. 230
[3] Ibídem, pág. 240
[4] Ibídem, pág. 233
[5] Ibídem, pág. 256
[6] Ibídem, pág. 233
[7] Ibídem, pág. 262


20 de febrero de 2012

Lorena Arce, del Movimiento por una Reconstrucción Justa: “El Festival fue un show mediático, en Dichato no hay reconstrucción”

Dichato fue una hermosa localidad costera de la región de Concepción, probablemente la más visitada durante los veranos, todo esto hasta el 27 de febrero del año 2010.


Ubicada en la Bahía de Coliumo, su nombre deriva de la realización de una tarea colectiva llamada Dichatún, que era la acción de desmalezar una planta muy abundante en la zona abundante en Dicha (Soliva Sessilisen) y que los mapuches llamaban dechas. Esto lo sabemos gracias al profesor don Adolfo Arce, quien hace décadas realizó, junto a un grupo de sus alumnos, la historia de Dichato.


Don Adolfo es padre de Lorena Arce, emblemática dirigente de los damnificados por el terremoto y maremoto del 2010, a quienes el municipio concertacionista (Tomé) y el gobierno derechista trabajan unidos para anular.


Lorena fue quien encabezara el levantamiento popular que vivió dicha localidad durante el invierno de 2011 y que puso en jaque la administración de Piñera.


En el sector Litril, de esa localidad, Lorena Arce intenta reconstruir su vivienda, en terrenos que alguna vez heredó de su abuelo en el borde costero dichatino. En el frontis de su casa se aprecia una reconstrucción del mural “El Pez Azul”, que recibía a los veraneantes a la entrada de esta localidad costera de la comuna de Tomé.


-¿Qué significó para usted el festival“Viva Dichato”, que se realizó hace pocos días y fue transmitido en directo para todo el país?
-“Viva Dichato” es la prueba concreta del fracaso y la incapacidad del Gobierno en materia de reconstrucción. Si ellos tuvieran avances concretos y significativos en materia de reconstrucción, su mejor propaganda sería la propia realidad. Lo que aquí están haciendo no es otra cosa que una cortina de humo que pretende esconder la incompetencia y la corrupción que se esconde detrás de este proceso llamado de reconstrucción, con el cual unos pocos han lucrado, mientras miles siguen sufriendo y esperando.


Resulta grosero saber que una sola inserción, por un día, en un solo diario como El Mercurio, vale más que una casa de las que hoy se necesitan con urgencia aquí en Dichato. Los dineros despilfarrados en publicidad y en el evento mismo, son millonarios y no se condicen con la realidad de los damnificados.


-¿Cree usted que “Viva Dichato” no está hecho para que disfruten los dichatinos?
-Efectivamente, aquí llegan más de 20 mil personas al espectáculo, y este es un pueblo de 3 mil habitantes. Nos vemos invadidos, nos cortan las calles, nos llenan de vehículos, cuesta mucho vivir un sábado en Dichato. A ello suma el estado de sitio que tenemos, con 300 afectivos de civil de la PDI y Carabineros, cientos de policías militarizados de las Fuerzas Especiales, controles policiales en todo el camino, desdeConcepción hasta Dichato. Todo ello con el afán de prevenir cualquier manifestación de los habitantes de la localidad, como la protagonizada el sábado pasado por los pobladores del sector Madesal aquí en Dichato, a quienes están dejando fuera de cualquier beneficio de vivienda.


-¿Se han visto afectados los dirigentes por estas situaciones?
-Nosotros tenemos seguimiento de personal civil y uniformado, en un acoso permanente, que incluye a nuestros familiares. Es el mismo estado de sitio de facto que montan con cada visita de Piñera a nuestro pueblo.


Ahora, efectivamente también hay otra cara de la moneda y es que los dichatinos necesitan sobrevivir y comer, como cualquiera, y no todos tienen este tema resuelto. La venida masiva de turistas sin duda es una forma de juntar dinero, lo importante es que uno también tiene su conciencia.


-¿Cuáles son los avances de la reconstrucción en Dichato?
-En Dichato no hay una sola casa levantada con dineros fiscales. En estos dos años, las pocas casas que se ven reconstruidas han sido por el cobro de seguros particulares. El propio bulevar construido en el pueblo es parte de un proyecto y de fondos asignados con anterioridad a la catástrofe; otras cuestiones menores son producto de fondos de fundaciones privadas, el Gobierno no ha reconstruido una sola casa, la gente lo único que tiene son papeles y promesas.


Hoy hay muchos que están quedando fuera de los beneficios, producto incluso de la incompetencia de autoridades municipales y del gobierno central, quienes en dos años no han sido capaces de incorporar a estas familias en los planes correspondientes. Lo peor es que no pueden apelar a que la tardanza se debe a problemas burocráticos, porque aquí desde un principio no se respetó nada, no se invirtió tiempo ni recursos en buscar nuestros muertos y desaparecidos, nunca se preocuparon del impacto ambiental de las obras que realizan ni nada.


Desde cuando quemaron los restos de nuestras casas en la playa, hasta las excavaciones que realizan hoy en el borde costero, tampoco ha habido respeto por el impacto social y cultural. Nosotros no solo queremos reconstruir nuestras viviendas, queremos reconstruir nuestras vidas y eso tiene un componente cultural, valórico, emocional.


-¿Cuál es la situación del borde costero y las expropiaciones?
-Como todo el mundo sabe, al día siguiente del maremoto, cuando aún no se rescataban ni los cadáveres, empresarios inmobiliarios actuando como verdaderos buitres, pasaban ofreciendo dinero por los terrenos del borde costero. Posteriormente, el Gobierno determinó que en el borde costero de Dichato, de indudable valor turístico, no se podían reconstruir viviendas. Sin embargo, en otras comunas como Talcahuano, no se aplica el mismo criterio. Sin duda, detrás de la reconstrucción hay un intento de apropiarse de nuestros terrenos, de lucrar con nuestra desgracia.


En mi caso personal, yo estoy reconstruyendo mi casa y todos los días se pasean policías de uniforme y de civil afuera de mi propiedad mientras trabajo; funcionarios de la municipalidad de Tomé vinieron a multarme por reconstruir mi casa y estoy citada al juzgado de policía local de Tomé. Un ingeniero del Serviú llegó a decirme que venía a hacer acto de posesión de mi terreno, nos niegan el empalme eléctrico, el agua y alcantarillado.


-Es decir, no hay mucha cooperación
-No sólo no ayudan a que los dichatinos reconstruyan sus viviendas, sino que todo lo contrario, nos hacen la guerra por hacerlo. Pero sépanlo bien: no abandonaremos nuestros terrenos, no aceptaremos las expropiaciones, y llegaremos hasta donde tengamos que llegar en pos de defender nuestro derecho a vivir donde siempre hemos vivido y donde queremos vivir.


-¿Ellos se excusan en el riesgo que implica construir en Borde Costero?
-Si, pero ¿Por qué no erradican a los miles de pobladores que viven a menos de tres metros sobre el nivel de mar en Talcahuano¿ ¿Por qué no expropian en Cachagua o Zapallar? Chile es un país en zona de riesgo permanente, zona de riesgo es todo el litoral, la cordillera por el tema volcánico, las cuencas de los ríos por inundaciones, las laderas de los cerros por desprendimientos, esto no lo digo yo, lo dicen destacados arquitectos y geógrafos. Lo que debe hacer el estado son viviendas con condiciones para enfrentar estas emergencias, por ejemplo la propuesta de los arquitectos de la Universidad de Chile, Fernando Dowling y Rodrigo Toro.


Fuente: El ciudadano

18 de febrero de 2012

The Artist o el cine en reversa

Decir que la industria hollywoodense ha carecido de originalidad en el último tiempo no es ninguna novedad. Las pantallas de cine se han llenado de remakes de películas antiguas o extranjeras (existiendo incluso remakes de remakes) como también de tramas “levemente” parecidas a las de otros films. También los creativos echan mano a guiones de videojuegos, historietas y libros para apalear la crisis de creatividad que está viviendo el centro neurálgico del cine mundial.

La película “The artist” es una cinta en blanco y negro, muda, con una historia romántica que transcurre en el Hollywood de los años 20. Para algunas personas fue un desafío y una gran apuesta que una cinta muda apareciera en la pantalla grande, sobre todo estando en una época en que el 3D y los diálogos se tornan indispensables en las salas de cine. Pero “The artist” cumplió las expectativas, fue alabada por la crítica, ha ganado numerosos festivales de cine y se apunta como una de las favoritas para los premios Oscar.

El éxito de esta cinta pasa en primer lugar, porque existe una nostalgia por el cine de antaño. Algunos críticos la mostraban como “un homenaje al cine mudo”. Pero “The artist” es más que un homenaje al cine mudo, es un homenaje al Hollywood, a los años dorados de las productoras norteamericanas, a Orson Welles, a Alfred Hitchcock, a Buster Keaton y a todos los artistas que trabaron por elevar la industria hollywoodense como una de las mas (o la mas) importantes en el ámbito fílmico.

Por otro lado, la película está llena de romanticismo, de melancolía, de nostalgia por una época que se fue y que muchos nos gustaría haber conocido. Es una historia sencilla, que habla de las estrellas de cine, de las vueltas de la vida y como el estrellato y el fracaso son dos caras de la misma moneda. Es de aquellas películas que la miras con una sonrisa en el rostro desde el comienzo hasta el fin, aunque existan un sinfín de emociones y conflictos al interior del relato.

Algunos se preguntarán si es revolucionario hacer una cinta muda en este siglo, yo creo que no. Incluso me atrevería a decir “The artist” es una gran película, pero para los tiempos actuales donde encontrar cintas decentes es un trabajo de quirófano. Porque siendo “objetivos”, si uno la sitúa en los años gloriosos del cine hollywoodense, sería una buena cinta, pero no destacaría sobre el resto. Esta cinta sobresale porque la creatividad de la ciudad del cartel en la colina está en picada, y año a año nos inundan las salas de cine con bazofias como Crepúsculo y Transformers.

The Artist triunfa porque queremos volver al origen, a la melancolía, porque como dicen los diseñadores de moda “lo clásico está de vuelta”. Necesitamos dejar de lado el bombardeo de imágenes en pantalla, los efectos especiales y efectos de sonido que aturden, para recobrar el silencio, la simpleza y sutileza en las imágenes. Porque el cine nunca hablo más que cuando fue mudo.

Somos gente de otra época, ahora el mundo habla” (The Artist)

5 de febrero de 2012

Oscar Brahim; Un Quijote manejando taxi


La publicidad en nuestra sociedad juega un papel fundamental para la reproducción del sistema capitalista. Es omnipresente ya que se encuentra en todos los ámbitos; la televisión, la radio, revistas y periódicos, internet y por supuesto, en el espacio público. La calle es una de las trincheras donde las corporaciones batallan por ganar clientes, pero para la mayoría de las personas pasa desapercibida, la miramos de reojo en el apuro de la vida cotidiana, no nos detenemos a admirarla o criticarla, no nos produce nada ya que estamos acostumbrados al bombardeo publicitario del cual somos víctimas.

Oscar Brahim es un sujeto que al viajar en su taxis por la ciudad de Buenos Aires diariamente, la publicidad se le vuelve visible y tangible. No puede mirarla de reojo, está allí, en cada cuadra que dobla y en cada semáforo en rojo que para. Por eso él es consciente del bombardeo y le ofusca esa violencia visual, esa dictadura de la publicidad que se impone en las murallas y carteles a fuerza bruta, sin preguntarle a nadie, sin estudios sobre el entorno, se posa en el espacio público volviéndolo un escenario más de la mercancía.


Existen personas que también comparten ese enojo, pero no actúan ni reaccionan ante él. Oscar sí, lo pelea, lo “combate” como plantea en el documental, interviniéndolo, rayándolo, transformándolo en un discurso de resistencia, en una ideología contra esa tiranía mercantil. Es un rebelde, un superhéroe, como aquellos que vemos y leemos desde pequeño. De día es taxista, pero de noche agarra sus latas de pintura, esténcils, escaleras y afiches para transformar aquello que lo indigna. A veces son rayones sin sentido, otras caras manipuladas, lo central de este acto creo yo no es el “sentido” ni proclamar un discurso ideológico claro, lo medular es cambiar el significado del mensaje publicitario, truncar  el fin de la imagen volviéndola inútil. Pero en ese ejercicio iconoclasta, ese accionar político la publicidad abortada pasa a ser un objeto artístico, una declaración de principios para una sociedad centrada en el consumo. 



El documental nos deja muchas cosas y sensaciones, sobre todo el personaje de Oscar, un hombre que en el transcurso del documental le acontecen problemas económicos y familiares pero él sigue con su amor al arte, con su contracultura. Muchos nos enojamos contra el sistema, nos indignamos (palabra tan de moda últimamente) pero nos quedamos con esa amargura, peleamos en la locomoción colectiva o en nuestro hogar pero seguimos siendo  seres pasivos. Él enseña que hay que realizar un acto de catarsis, que una acción conlleva a una reacción, y si la publicidad nos invade, invadamos la publicidad. Oscar no podrá ser el mejor artista urbano que existe, pero lo que hace lo realiza con pasión, en contra de todo y de todos. Es un loco, un Quijote que lucha contra  molinos cubiertos de marketing, pero reacciona frente aquello que le molesta, y si todos hiciéramos lo mismo podríamos hacer de este mundo un lugar un poquito más agradable y humano.