15 de enero de 2012

zoologicos (in)Humanos; Extranjeros por siempre

Encerrar siempre es un acto violento. Ya el hecho de cerrar un terreno, un espacio es delimitarlo, parcelarlo y apropiarlo. Es un acto en el cual se plantea que “lo que está en su interior me pertenece”. Al enclaustrar no solo transformas la naturaleza, su aspecto, sino también lo que queda en su interior. Siempre el interior de lo encerrado se interviene, se transforma, muta en algo diferente a lo que estaba en su estado natural, se rompe esa relación intrínseca con lo natural. 

En Chile a fines del siglo XIX, numerosos indígenas patagones, principalmente kawésqar, fueron llevados a Europa para ser exhibidos como rarezas de circo y estudiados por la comunidad científica. Así como quien exporta materias primas, o caza animales exóticos, nuestros aborígenes fueron echados en barcos en las costas magallánicas para ser mostrados en ferias, circos y museos, todo esto bajo la venia del estado chileno.

Claramente estos viajes no fueron demasiado auspiciosos para los nativos de la Patagonia, ya que durante el traslado muchos fueron maltratados por los tripulantes, las mujeres abusadas, contrayendo enfermedades venéreas que mataron a gran parte de los  indígenas. Pero las penurias no solo las sufrirían sobre alta mar, ya que al llegar a Europa, serían objeto de análisis de médicos y antropólogos, midiéndolos, fotografiándolos y obligándolos a actuar en público. 
Los científicos del viejo mundo miraban a los indios como seres inferiores, el eslabón perdido entre humano y animal, por ello era grande interés de la academia en estas razas de humanoides que fueron descritas por Darwin en sus viajes al cono sur. Mientras unos utilizaban a estas “personas” como objeto de estudio, otros los ocupaban como entretención de masa, siendo parte de caravanas junto con enanos, mujeres barbudas y un montón de personajes que adornaban circos y zoológicos de aquellas épocas. En torno a estos indígenas se recreó un cierto imaginario de indomables y carnívoros, utilizando escenografías que aludían y promovían estas características. 

En torno a estos hechos se editó un libro denominado “zoológicos humanos” de Christian Báez y Peter Mason, el documental “calafate, zoológicos humanos” y la obra de teatro “Extranjero; el último Haim”. Ésta última presencie algunos días y es un trabajo realmente sensacional. No solo la puesta en escena, las actuaciones y música, sino que la historia está contada de manera sencilla pero llena de señales y sutilezas que nos hacen entender lo que sintieron los indígenas en aquellos viajes.

Esto nos lleva a pensar en que estos individuos al ser despojados de su tierra, quedan desamparados. Fueron expuestos como curiosidad etnográfica, tratados como humanoides por una “superioridad” racial de un continente supuestamente civilizado. Exhibidos bajo condiciones precarias, lo que los hacía vulnerables a enfermedades que para ellos eran nuevas. Todo este calvario acabó con la vida de mucho de ellos, pero aquellos que sobrevivieron y regresaron al sur de Chile no volvieron a ser los mismos. Extranjeros, siempre serán extranjeros, al ser despojados de su humanidad, de su alma, de su esencia, no son del nuevo ni del viejo mundo, de la civilización ni de lo salvaje, son como aquellos animales en cautiverio que al volver a su hábitat mueren, son despreciados por el resto, su hedor expele la diferencia.

Hace dos siglos ocurría esto en Europa y en nuestro país, a nuestros aborígenes los exportaban para ser entretención de la comunidad científica y de la aristocracia europea, pero el mundo avanza y se transforma, lo que es socialmente aceptado en un futuro no muy lejano dejará de serlo. Espero que el trato que tenemos con nuestros pueblos originarios cambie para mejor, que no se permita nunca más en ninguna parte el encierro de personas como entretención de unos pocos, o como objeto de estudio para el prestigio de una clase. Todos nacemos libres, nadie ni nada debería ser puesto en una jaula, ni seres humanos ni animales, y por eso espero que en un futuro no muy lejano, las rejas se supriman y vivamos en libertad como lo hacemos al nacer.