26 de mayo de 2012

Into the wild; irse a la mierda hecho película





       Todos alguna vez hemos tenido ganas de irnos a la mierda, por alguna discusión con la pareja, pelea con algún pariente, cansados del trabajo, del colegio o la universidad. Mandar todo a la chucha e irse allá donde nadie te encuentre, donde el diablo perdió el poncho como decimos los chilenos.

Into the wild es eso, la historia de  Christopher McCandless (Emile Hirsch) un joven que, cansado de los problemas familiares, del consumismo y de la sociedad entera, se enmarca en un viaje épico por Estados Unidos para llegar a Alaska y vivir en completa soledad, junto a sus libros y sobreviviendo de lo que la madre naturaleza le puede dar.  Durante el camino conoce una serie de personajes interesantes, hippies, turistas, la niña linda, y todas aquellas personas que aparecen en una road movie. Además toda esta emigración está acompañada de una banda sonora elaborada por Eddie Vedder, vocalista de Pearl Jam, lo que le da un toque indie a la cinta dirigida por Sean Pean.


La gracia de la cinta es que a todos los que la hemos visto (en mi opinión) nos dan ganas de irnos a la mierda. De cerrar el muro de facebook y caminar con una mochila llena de libros, de recuerdos, y perderse en la naturaleza, de volver al origen casi de la humanidad,  desde donde venimos.  En un mundo caótico donde al levantarnos lo hacemos escuchando música, en el metro hay televisores, en el trabajo hay música y ruidos molestos, en la calle suenan los automóviles y buses, en la noche la televisión nos acompaña con tonterías, en una sociedad como ésta, el silencio se transforma en un tesoro preciado. ¿Quién no ha sentido ganas de escapar de las deudas, del trabajo monótono, de los falsos amigos, del vivir de las apariencias, de la farándula, de los políticos corruptos, de la enfermedad, de la miseria? A todos nos gustaría introducirnos en la selva y no volver jamás, claro que con una cerveza en la mano y un ojo puesto en el celular.

Cierto es que es verdaderamente difícil realizar una travesía como la hecha por el protagonista de esta cinta, sea por compromisos y responsabilidades, por la familia y amigos o por simple cobardía. El miedo a la soledad es un temor de consideración en nuestra cultura, pero creo que es importante tener momentos de reflexión, a lo mejor no necesariamente huir hacia la cordillera armado de una mochila con libros, sino de buscar un espacio en la vida cotidiana en el cual se ponga a descansar el corazón y la mente, un momento de calma e introspección, de escucharse a sí mismo y no al bombardeo mediático de esta sociedad consumista. Si todos hiciéramos este ejercicio seguido, los fármacos no se venderían como pan caliente y las enfermedades sicológicas no serían una epidemia mundial.

“El hombre solitario es una bestia o un dios” (Aristóteles) 

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