11 de marzo de 2013

Mujer bonita es la que lucha



Hace algunos días atrás se celebró el día internacional de la mujer,  ocasión en la cual las ofertas de multitiendas y centros de estética se multiplican por doquier. El mercado es un ser que transforma todo y lo equipara a su gusto, convirtiendo fechas y celebraciones en meras ventas nocturnas.

La memoria es un privilegio de unos pocos, ya que la moda es olvidar el origen de las cosas, no sabemos qué y por que celebramos, solo sabemos que hay que conmemorar algo y mejor si lo hacemos comprando. El día de la mujer, fecha en que se conmemora las reivindicaciones políticas y sociales del género femenino, además de la muerte cercana a esta fecha de ciento de mujeres inmigrantes en una fábrica textil en Estados Unidos, nos hace ver que su origen político se ha desvirtuado con el pasar de los años.

Las condiciones  de vida del mal llamado sexo débil no han cambiado en demasía, ya que la mujer sigue siendo una ciudadana de segunda clase, donde las leyes laborales y de salud la perjudican por tener la maldición de traer hijos al mundo. De cada 10 pobres 7 son mujeres, y apenas 1 de cada 100 tiene propiedades a su haber. Son muy pocas las mujeres que participan en política y tienen algún poder de decisión claro, siendo voz de los discursos masculinos de sus compañeros de partido.

Además tienen que combatir con la serie de imágenes y estereotipos con los que los medios masivos bombardean diariamente a las féminas de mundo. Que la gordura es antiestética, que si están delgada tienes que tonificarte, que hace yoga, pilates, que el castaño dejo de ser moda, que el rubio también, que los pechos se ven mejor como bolas de bowling, que los labios de pato son estéticos, que las arrugan son marcas que solo llevan los pobres. Si ya es una carga ser mujer en una sociedad machista, se le suma la obligación de verse bien para poder destacar en una selva subyugada a los machos dominantes.

Ante la superficialidad y los cánones de belleza impuestos desde el primer mundo, nos rebelamos y caímos ante los pies de la belleza latinoamericana, ante los pómulos prominentes y la tez morena (que no es producto del solárium sino de siglos de trabajo bajo el sol andino). Porque la verdadera belleza de la mujer no pasa por los kilos de más o de menos, no está en ser una modelo de dior, sino en su entrega y fortaleza. Mujer bonita es la que se levanta de madrugada a trabajar por sus hijos pequeños, la que trabaja la tierra, la que atiende niños ajenos, la que enseña a otros hijos a leer y escribir. Mujer bonita es la preocupada por sus hermanos menores, por los animales, la que se desgarra ante el dolor ajeno, la que se quema las pestañas estudiando y que luego está con puño en alto en la calle luchando por una educación de calidad. Mujer bonita es la mapuche que hombro con hombro lucha con sus hombres para recuperar sus tierras, su herencia y origen. Mujer bonita es la que no tiene miedo de reconocer su sexualidad, la “desviada” que ama con pasión a su compañera. La mujer bonita no está en las gigantografías de las multitiendas, ni aparece en los comerciales de la televisión abierta. La mujer bonita está haciendo el aseo en el hogar, buscando nuevas formas de generar recursos para su casa, está llevando al hombro su propio negocio, peleando con hombres que quieren pasarla a llevar. Está haciendo ollas comunes en situaciones complicadas, está encapuchándose y haciendo barricadas cuando es necesario, está en la junta de vecinos, en el centro de madres, en las iglesias populares, dándole de comer al que no tiene. Mujer bonita es la que por necesidad se transforma en inmigrante, dejando hijos y familia para buscar oportunidades en otro país. La mujer bonita está investigando, leyendo, escribiendo para los que no saben leer como diría Galeano. Mujer bonita es  la que lucha, y si es por eso, la belleza femenina está en el mundo entero.




No hay comentarios:

Publicar un comentario